1. Preguntar/retener/interesarme por los nombres de las personas que cursan cosas conmigo. Para mí las personas tienen sólo una imagen. Frutillita: la chica de ojos grandes y pequitas en los cachetes que canta de sopranito y a veces afina. Ojitos: uno que es guía de turismo y tiene ojos verdes de matador y sabe que es lindo. La pianista: la pianista.
2. Comprar exactamente lo que voy a buscar al supermercado. Necesito crema. Traigo leche, suavizante para la ropa, salame, tres cervezas chicas, ketchup, servilletas, velas para mi proximo cumpleaños, un trapo de piso y Cif.
3. Ir al médico. Un día me harto, llamo y saco turno para el ginecólogo, el oftalmólogo, el otorrinolaringólogo, el traumatólogo, el kinesiólogo y siete ólogos más. Y nunca voy.
4. Ordenar la biblioteca del I Tunes.
5. Irme a dormir antes de la una. No lo logro. Nunca.
6. Juntarme/ interesarme por las ex compañeras de la primaria. Chicas, no me acuerdo de sus nombres, no me acuerdo de sus caras, lo que hacían a los ocho años no me interesaba entonces y tampoco me interesa lo que hacen a los treinta. No me llamen. No me agreguen al Facebook.
7. Tomar el taxi ideal. O maneja lento y lo querés matar, o te da cátedra de lo que sea durante los veinte minutos del viaje, o no tiene cambio, o escucha cumbia, o te trata de levantar. Ni hablar de los que tratan de hacerte masajes en los pies en el semáforo. Ah nunca les paso? Porque no viajan comigo!
8. Cagar en un baño público. Vieron que si no es el propio la inspiración de la naturaleza no viene. Bueno, eso es hasta que te agarra diarrea en el aeropuerto de ezeiza. Ahí pedís a gritos que te presten una pelela porque estarías dispuesta a cagar en medio del hall de arribos.
9. Que me traigan la puta pasta sin el puto queso. Carajo.
10. Llegar puntual. No comments.
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