martes, 14 de abril de 2009

Titi y los carteles de neón

La gente que ve demasiadas películas de woody allen queda marcada de por vida. Debe ser que la observación sistemática de focos de conflicto neuróticos a la hora de relacionarse con las personas desarrolla en algunos hombres y mujeres una cierta empatía. Es por eso que Titi desarrolló la teoría del síndrome Allen.
Hace poco Titi salió unas cuantas veces con un chico que era compatible con una personalidad Allen pero que en un principio no demostró padecer dicho síndrome sino más bien tenía el perfil de aquél que estudia los patrones Allen y los identifica en otras personas. Un Allenómano si se quiere, pero que hablaba del síndrome con cierta distancia, como si fuera capaz de reconocer la patología si en algún momento ésta se apoderara de él.

Como todo hombre Allen, el chico en cuestión era inteligentísimo, culto, sensible, amante de músicas y cines, versado en letras, interesado en la política y actualidad. Este chico era un mimo al alma para Titi. Era un muchacho con el que además de las cosas que ya sabemos que se hacen con los muchachos bonitos, también podía conversar sin temer que la charla termine en silencios incómodos y pensamientos del tipo “man, comprate un cerebro” como le ocurre seguido. No es que Titi sea la más culta y erudita y tampoco es que quiera hablar de Sócrates y del calentamiento global todo el día o que en cada salida quiera analizar una película de Bergman pero la chica tiene inquietudes y a veces le gusta compartir ratos de su vida con alguien que tenga una sensibilidad parecida a la propia.

Cuando Titi se encuentra con un flaco con éstas características ella dice “epa” y da una oportunidad. Sin embargo, esto no quiere decir que ande con el tul en la cartera como le dijo alguien una vez por suerte no refiriéndose a ella. Es más, si hay algo a lo que la titi le huye es precisamente al tul, que dicho sea de paso es bastante grasa, asique si te casas con tul serás condenada a la grasitud eterna. Ella ya pasó por eso y ahora simplemente busca buenas vibras, conexiones, busca compartir momentos placenteros y disfrutar de la buena vida y de los buenos años en que la soltería la ha venido a encontrar. Titi no cree tener apuros biológicos, ni emocionales, ni patológicos, ni Allenescos, ni un carajo y si bien hay situaciones precipitadas que la asustan y algunos otros sentimientos que la desconciertan por momentos, ella se mece en las cambiantes aguas de los amoríos sin salvavidas pero sabiendo nadar aunque sea de perrito.

Con este chico sensible, la “relación” si es que así se le podía llamar a unas cuantas salidas, pintaba de pelos. Ninguno tenía apuros, ambos tenían intereses comunes y disfrutaban la compañía, las charlas, los besos, la música… y en ese idilio de paz estaban, en pleno conocerse cuando Allen apareció transformando a Dr. Jekyll en Mr. Hyde… más que Mr. Hyde fue Mr. Hidden, porque de la noche a la mañana el flaco desapareció, se escondió bajo una baldosa o detrás de algún poste. De repente contestaba mensajes de texto con monosílabos y sus nuevas ocupaciones lo tenían completamente imposibilitado para cualquier encuentro. Titi sospechó que su nueva ocupación era construir un muro de Berlín que precisamente se ubicaba entre donde estaba ella y donde diablos fuera que haya estado él.

Ella, que era inmune al síndrome Allen, comenzó a preguntarse qué demonios estaría pasando por la cabeza del bendito muchacho y ya sabemos todos que el camino de las conjeturas es sólo de ida. Repasó en su cabeza las actividades comunes del último tiempo y no lograba discernir si el espanto habría sido causado por la visión de su cara de tortuga recién levantada aquella última mañana, o quizás había condimentado de más lo que cocinó aquélla noche y obligó al dulce muchacho a atornillarse al inodoro el resto del día. Ella constantemente repasaba en su cabeza si es que en algún momento le había insinuado al joven algo demasiado comprometido, pero tampoco, porque ella era la menos interesada en algo comprometido!!! Las fantasías y especulaciones comenzaron a armar castillos de naipes en la “en-Allenada” cabeza de la titi que acudía a sus amigos más cercanos en busca de consejos certeros que alivianen su ataque de inseguridad.
Uno de ellos lanzó la teoría del Cartel de Neón. Según él, en los inicios de cualquier relación existe un cartel de luces de neón que va marcando tácitamente la cantidad de veces y el orden en que uno contacta al otro. Más abajo en chiquito puede también aparecer una breve descripción del plan. El cartel en general podría ser una cosa así:


Mientras su amigo se explayaba sobre el asunto del cartel ella pensaba “pero qué cartel ni cartel, eso es una pelotudez para pendejos inmaduros!! ¡Nosotros teníamos una conexión! No estaba interesado en coger nada mas…” Sin embargo todo el mundo parecía asentir con eso del cartel. Ella entonces llegó a su casa y se fijó en todas partes dónde podría estar su cartel de neón que le diera alguna pista acerca del paradero del muchacho sensible. Buscó adentro del ropero, buscó en los espejos, buscó en su computadora, buscó en su celular pero nada. No veía el puto cartel de neón. Tanto se preocupó que lo llamó a Domba, su oftalmólogo amigo y le dijo Domba NO VEO LAS LUCES DE NEON!!!!!!! Y él le contestó son las que titilan pelotuda.

Titila? Claro… Titila… Ella era el cartel de neón, ese que le indicaba que su muchacho sensible había tenido un brote Allen y había ido a refugiarse, igual que ella, detrás de un muro a veces de Berlín y a veces De los Lamentos. Estos son muros que las almas Allenmente atormentadas construyen en defensa personal contra forasteros del sexo opuesto que se acercan a hurgar en sus mentes y sus corazones pretendiendo invadir dichos lugares con su infesta presencia sin advertir que esos rincones son por lo general oscuros, recónditos y muy desordenados y están por el momento indefinidamente clausurados a visitas aunque no sean más que temporales.

Titi creyó estar libre de psicopatologías cineastas, pero descubrió en su última desventura amorosa que no sólo padece del Síndrome, sino que en la escala Allen cotiza con un 8 o 9, depende el día. Así es como resolvió volver a la estabilidad de su hogar en donde metió todas las películas de Woody Allen en una caja y la sacó a la calle, para que le enfermen la cabeza a algún cartonero cinéfilo. Todavía no supimos exactamente qué hizo con el Cartel de Neón que se despegó de la frente, pero se cree que anda a la búsqueda del muchacho sensible para dárselo y decirle que se lo guarde en algún lugar donde no le dé mucho el sol.

6 comentarios:

  1. Hace años que la miro a la cara.
    Pero no. Dark places are not for you.

    pd: stop bùsqueda, allì no hay aire y uno searches surface sin que lo llamen.

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  2. Lo que????

    jejeje... Don't gorri. Yo tentiendo.

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  3. clap clap clap
    (aplausos sostenidos)
    clap clap clap
    (bises de aplausos)
    ...
    (silencio asombrado)
    :)
    (gracias)

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  4. Me hiciste acordar a mi nona Titi.Saludos

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  5. Sofy, Porque??? Y en todo caso... eso es bueno o malo?

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  6. Ja! no dejo de asombrarme de las cosas que te pasan.... pero será que estas preparada para afrontarlas, por eso te pasan!
    Creo que el flaco.. se fue a buscar a Allen...
    y.. no olvides.. que no sos de las personas que la gente mira.. sino de las que la gente ADMIRA!
    olvidate del cartelito!!! dale pa´lante!!! te quiero!!!

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