viernes, 31 de julio de 2009

El efecto Murakami

Fui a verte pero cuando me abriste la puerta no estabas, vagaste por tu casa ofreciéndome algo de tomar y con cierto apuro te asomaste a la habitación y corroboraste que tu libro no se había movido de su lugar.

Te abracé y era como abrazar el aire. Te miré y era como ver la nada. No estabas.

Empecé a buscarte. Te busqué en el piano y no estabas, te busqué cerca de los discos y nada, te busqué al lado de la guitarra y tampoco estabas ahí. Hasta que entré a tu cuarto y ahí te vi, adentro de aquél libro. Sólo se veía una sombra, como en un espejo.

Pensé que al tocarte te ibas a romper como el cristal. Pensé que me ibas a dar frío.
Sin embargo cuando me acerqué estiraste un poco los dedos y me tocaste la mano como invitándome a sentarme a tu lado. Me senté y tu mano se estiró más y me tocó la cara.

Me recosté a tu lado, tu cuerpo era cálido y me invitaba a dormir en tu pecho. Me abrazaste acariciándome el pelo y me acurruqué a tu alrededor cerrando los ojos para encontrarme nuevamente en la puerta de tu casa.

Me abriste la puerta, me diste un beso suave y un abrazo cálido y me invitaste a pasar y a sentarme entre todos los invitados.

sábado, 18 de julio de 2009

La Titi y la gripe chancha

A los porteños nos encanta la paranoia. Nos gusta sumarnos a todo tipo de mito urbano y lo alimentamos hasta que se agota y aparece uno nuevo. Parte del peligro siempre es real y la parte que no es, la llevamos a un extremo insoportable.

El otro día fuí a telefónica a buscar un papel que necesitaba. Llego al edificio y veo una cola larguísima. Parecía que vendían entradas para algún recital en vez de ser una oficina comercial. Había dos colas, obvio, y la gente se paraba indistintamente en una o en otra pero yo me acerqué a preguntarle a un señor de seguridad de la puerta en cuál debía pararme y cuando me acerqué se subió su barbijo y estiró su mano para que no me acercara más como si yo fuera una leprosa. Con el dedo me indicó la fila de la izquierda. Ahí esperé hasta que llegó mi turno de pasar adentro del edificio, que estaba semi vacío. Ahí me acompañaron (siempre manteniendo distancia) hasta un hall en donde tuve que esperar parada como diez minutos mas. Al rato vino a llamarme por número una petisa de unos veintipocos con el pelo medio roñoso y me hizo pasar a una oficina que... digamos la verdad, estaba llena de gente.
La tipa me indica que me siente, yo agarro la silla y me siento y en el mismo momento en que termino de dejar caer mi importante posadera en el asiento ella casi gritando con horror me dice "detrás de la línea amarilla".
Resulta que como a un metro del escritorio de esta criatura había una cinta amarilla en el piso cuya función calculo yo sería poner límite al contagio. En fin, corrí la silla con cara de dejáte-de-joder y me volví a sentar. En su escritorio (como en todos) había alcohol en gel, toallas antisépticas y un tubo de Lisoform. Los miré con recelo porque parecían elementos de tortura, en cualquier momento esta yegua me iba a atacar con el aerosol!

La conversación con la mina fue a los gritos porque estábamos sentadas tan lejos que no nos escuchábamos y así estaban todos en esa oficinita que debía ser un griterío insoportable de la mañana a la noche, pero todo sea por la profilaxis.
Finalmente la chica me dice que espere, que va a hacer autorizar mi trámite entonces da la vuelta y pasa por al lado mío casi rozándome, camina entre la gente que esperaba y vuelve con un papel en la mano. Vuelve a sentarse en su desinfectado escritorio y manosea el papel un poco más, lo firma y lo pone en la punta del escritorio como para que yo me acerque a agarrarlo con la punta de mis infectados dedos.

"Disculpame, lo inmunizaste?"
"perdón?"
"Claro, el papel. Digo, porque me haces sentar a un metro y medio y de pedo no te viniste adentro de un forro gigante... pero despues pasaste por el medio de toda esa gente llena de bufandas que viene por la calle y me manoseaste todo el papel sin limpiarte las manos con alcohol en gel, y ya sabemos que el agua no la tocas ni a ganchos por la grela que te corre por el pelo. Te pregunto, el papel lo imprimiste con tinta termo inmunizada? Por lo de la gripe viste?"

Cuando agarré el papel y me di vuelta la minita todavía seguía con la boca abierta mientras estiraba la mano buscando el Lisoform para contrarrestar mi ataque bacteriológico.

martes, 7 de julio de 2009

Querés venir a mi casa?


Las casas de las mamás pueden pertenecer a dos tipos.

Tipo A: Casa exponencialmente más espaciosa que la de una, con muebles fuertes y de buena calidad y tapizados adorables, con cocinas pulcras limpias y funcionales, con baños enormes donde el agua siempre sale perfecta. Estas casas tienen el legado de las alformas heredadas de la tía Perla y los cuadros del bisabuelo Pepe, mezcladito con alguno de algún artista argentino en ascenso. Obviamente estas casas también tienen un estudio donde la computadora es de última generación y un living con home theatre y un equipazo de música. En la casa Tipo A, las paredes están pintadas de colores en composé con los muebles y todas las estufas andan, hay aire acondicionado en todos los ambientes y la alfombra es suavecita.

Tipo B: Bastante más espaciosa que la de una, pero con los mismos muebles que tiene una porque en realidad, de ahí los robamos. Los sillones jamás combinan entre sí y menos con las cortinas. La cocina zafa de tamaño pero la ínfima mesada está atestada de electrodomésticos de principios de los noventa y todas las puertas de las alacenas se abren porque tienen las bisagras vencidas. En los baños siempre hace un frío de morirse y de la ducha caen tres gotas salitrosas que han manchado la bañadera con el correr de los años, por más que una hace unos quince años descubrió que el sarro sale con vinagre. En esta casa, las bombitas se queman constantemente, las paredes se descascaran con frecuencia, la bomba entra en corto y la commodore 64 que hay en el estudio navega por dial up. El equipo de música entra en corto si se prende la tele y la luz a la vez. En fin, nada anda.

Ahora analicemos las casas de las abuelas. También las hay de dos tipos.

Tipo A: Casa exponencialmente más grande que la de una y la de su mamá. Tiene absolutamente todas las comodidades descriptas en la casa A de mamá y además está siempre ultra re super calefaccionada porque la abuela está viejita y hace frío.
Por otro lado, en la casa de esta abuela siempre huele a pancito recién horneado. Cuando llegás siempre te convida con torta casera, y para almorzar hizo algún guiso rico de lentejas en invierno y un pollito asado sublime con puré de batatas para el verano. En la casa de la abuela Tipo A siempre huele a comida casera y la comida tiene sabor a amor de abuela. También tenemos que sumar un par de cuadritos de la virgen por acá y por allá y unos juegos de platería de esos que nunca se tocan.

Tipo B: Casa grande, demasiado grande para prender todas las estufas porque se GAISTA entonces cuando entrás tenés que ponerte un ponchito que la abuela siempre deja en la entrada para las visitas. Adentro ella anda con tapado de piel y la bolsa de agua caliente. También está oscuro porque la luz se GAISTA asi que somos felices hasta las seis de la tarde, hora en que enciende ls luces de bajo consumo que le puso al unico velador del comedor diario, que es el único ambiente que usa, porque ahí tiene la tele. Cuando vas, te espera con sanguches de miga que compró en una panadería de once a 17 pesos los 50 sanguches y de tomar te da jugo tang. Té no hay porque ya sabemos que no usa el gas.


Luego de haber analizado las casas tipo A y B de las madres y las abuelas, me puse a analizar la mía....

Veamos.

Si prendo el aire acondicionado del cuarto, la tele y la estufa eléctrica me salta la térmica. El equipo de música salta si caminan fuerte por la pinotea, por la vibración. El termotanque tenía una pérdda que arreglé con cinta adhesiva y aunque mi baño tiene unos azulejos con toooda la onda, mi ducha puede usarse sólo por la mañana o la noche, porque a la tarde no hay presión.
Mis muebles son lindos, heredados de una abuela pero conviven con los cacharros de la cocina y la bicicleta. hay algunos cuadros del tatarabuelo pepe y algunas fotos pegadas con imanes en una chapa de metal. También hay cuadros de estos pintores de feria que siempre son simpáticos.
Mi cama tiene la cabecera levantada porque tengo reflujo y cada tanto el colchón se me patina. Las cortinas no me tapan la luz y me despierto a las siete de la mañana todos los días religiosamente.
Cuando las bombitas se me queman ambiento con velas para darle un aire más bohemio...
Que se yo, mi casa es ecléctica si se quiere y tiene los achaquitos de cualquier casa treintañera...


Estos, señores, son los problemas de ser pobre y acudir constantemente al hágalo usted mismo. Hace años que vengo cultivando este modo de vida y gracias a ello he aprendido a impermeabilizar terrazas a costo de dedos pegados. He aprendido a arreglar calefones a costo de pestañas chamuscadas y he aprendido a camuflar todo tipo de descascaramiento. He barnizado escalones e inmediatamente los he pisado, sólo para aprender que hay que pintar escalón de por medio.

En fin, la vida es aprendizaje y mi afán por el hágalo usted mismo probablemente me llevará a una nuevacategoría de casa.

La Casa D.

D, de Dilapidada.

Por Diorrrr!!!!

jueves, 2 de julio de 2009

Sobre Lagartoterapia o enyacareamiento por la Lic. Sarasóloga Titi


La lagartoterapia, tambien conocida como enyacareamiento consta de varias etapas descansatorias que deben sucederse ordenada o desordenadamente para el alcance del estado intrinsecamente laragartinus huevilantum.

Para lograr alcanzar el estado lagartinus huevilantum se debe comenzar cierto tiempo previo al período lagarto-terapéutico per se. Esto quiere decir, que unos dias antes de salir a vacacionar ya hay que ir apagando los celulares mas seguido y por tiempos paulatinamente mas prolongados, por ejemplo.

Por supuesto que no pretendemos que los lectores a punto de lagartoterapeuticarse vayan a ir corriendo tres dias antes a apagar sus celulares porque morirían de incomunicación sin más. Existen herramientas que nos pueden ayudar a no "friquear" mientras no estamos disponibles, por ejemplo los famosos voicemails. De esta manera uno puede dejar entender a su interlocutor que no desea ser molestado. "Hola, soy fulana, no estoy disponible por el momento y esto tiene miras a extenderse por varios días, asique si es urgente, llame a otro" o bien " Hola, este es el celular de fulana que pasará a estar fuera de servicio por diez días. Trate de no volver a llamarme en las próximas cuatro horas para ir entrenándose. Cualquier emergencia vaya al Pirovano"

Una vez lograda la pre-desconexión, métase en internet y cómprese un pasaje hacia cualquier lugar con playa, pero ocúpese de elegir uno donde mayormente haya sol con cierta periodicidad... todos los días estaría bien. Vale decir, no vaya a Las Toninas.

A este punto su entorno ya estará entrenado para dejar de molestarla durante los próximos 15 días y usted ya tiene su pasaje.
Encárguese también de cargar su I pod o similar con la música mas placentera posible... recomendamos mucho reggaecito, brasilerito dingui dingui y por favor no se olvide de Manucho.

Asegúrese de cansarse bien cansado durante el viaje, ya que de esta manera los efectos enhuevizantes de la lagartoterapia serán más eficaces y mejor recibidos.

Podrá programar actividades playeras que fomenten la enhuevización y que serán altamente favorables para la lagartoterapia, como por ejemplo buscarle forma a las nubes o escribir su nombre con el pie izquierdo en el borde de la playa justo antes que pase la ola. Esto podrá repetirlo una y otra vez hasta que se canse y vaya a escribirlo más arriba.

El ya conocido tejo, la pelota paleta, el truco y la mateada son actividades afines. Sin embargo, no se deberá abusar de ellas. Sí, en cambio, podrá abusarse de la ingesta de bebidas nutritivas como el daiquiri o la caipirinha. Es más, en el primer día de lagartoterapia es indispensable tener a mano una de éstas.

Comencemos.

Usted arriba a la playa con su lona y su protector, su Ipod y veinte pesos o el equivalente en moneda local, cualquiera que sea.
Extiende la lona y se esparce el protector por el cuerpo.
Conecta su Ipod a sus oidos sintonizando su música predilecta.
Se recuesta sobre la lona y respira hondamente.
Suelte el aire.
Ya esta comenzando la Lagartoterapia.

Pasados quince minutos abra su ojo derecho e inspeccione los alrededores. No... No, ese no. Cambie de ángulo. Vea de nuevo... Ajá! Encontró un target.


Incorpórese, pero sólo un poco. Llámelo. Déle los veinte pesos y pídale que le traiga una caipirinha. (No se lo pida como a un mozo, pídaselo con cierta seducción... quizás le devuelva los veinte pesos y la pague él...)

Con caipirinha en mano y el teléfono del muchacho en la agenda dispóngase a lagartear durante dos horas.

Esa misma noche, luego de la cervecita de la tarde, llame al muchacho y cítelo para más tarde. Dúchese, póngase crema para después del sol y encuéntrese con el susodicho.

Si la lagartoterapia generó en usted los efectos correctos, entonces en su semblante habrá un aire despreocupado y sonriente que favorecerán a que su partenaire desee más tarde continuar la lagartoterapia con un buen yacarecito nocturno que a su vez favorecerá a la lagarloterapia posterior.

Con el correr de los días usted notará que ha alcanzado el estado Lagartinus Huevilantum y se sentirá plena y descansada. Deseará permanecesr en ese estado por mucho tiempo y ni se acordará de aquellos celulares repiqueteando. Es posible que olvide sus contraseñas de mails y bancos, pero no importará.

Para salir del estado ya mencionado hay que hacer un largo procedimiento, el cual es hasta ahora desconocido, ya que nadie ha querido salir del estado Lagartinus Huevilantum.
Probablemente algún japonés encuentre el método... pero de acá hasta que alguien lo traduzca etc...

Concéntrese en Lagartear...