miércoles, 22 de septiembre de 2010

Quejate mamita... que te hace bien...

Aparte de odiar a los mimos, me he dado cuenta de que odio a la gente en general, pero los que más oputo me dan son los estudiantes de cine.

jueves, 2 de septiembre de 2010

ladrona soy

Voy a robarte algunas cosas...

No es que sea una ladrona de reputación, pero hay algunas cosas tuyas que me gustan demasiado y te las voy a sacar sin que te des cuenta. No te preocupes, no van a faltarte... Vas a poder seguir usándolas, pero serán secretamente mías.

Voy a robarme tu boquita de puchero con sonrisa escondida cuando me abrís la puerta y querés hacerme saber que estoy linda. Voy a robarme tu té de frutillas con leche y azúcar y el terma con soda. Voy a robarme algunas canciones y hasta conciertos enteros. Voy a robarme el olor a río y las mojarritas de La Juanita. Voy a robarme unos temerarios paseos en falcon y un disfraz de payaso. Voy a robarme un paisaje lunar que una vez encontramos al lado del río. Voy a robarme unas fotos de ranas de tu heladera y unos buzinis para salir alguna mañana somnolienta a comprar facturas. Voy a robarme algunas palabras aunque te de un poco de oputo. Debería dejarte el mondra pero también me lo voy a llevar, además siempre tengo de todos modos.

Voy a llevarme tu risa a carcajadas y tu manera de contar historias. Voy a llevarme el apodo de Rana del que hiciste mi nombre. Voy a llevarme el calor de tus abrazos y tu olor a menta. Voy a llevarme algunos de tus hermosos pelos blancos para guardarlos en mi almohada. Voy a llevarme ese beso esponjoso y tu mirada de te quiero de algunas madrugadas. Voy a llevarme caminatas largas en noches entradas y paseos por la reserva. Voy a llevarme tus cuentos de rana y tus pedidos de auxilio a las cuatro de la mañana.

Por último, voy a llevarme tus medias, el barrefondo de la pileta de la quinta y a Pequeña y quiero aclararte que no voy a devolverte ninguna de estas cosas.


Te dejo algunas cosas en tu casa. Milá...! ahi están. Podés quedarte con todas ellas.
Qué tremenda impotencia no poder salvarte la vida.

Qué tremenda impotencia no poder salvar la mía.

El horror de vernos caer en un pozo oscuro de cenizas y de olvido, de restos de recuerdos y de paredes heridas para luego quedar ahí, inmóviles, encimados, entrelazados en una honda pena invadida de rechazo y necesidad, de soledad y agobio, de desconfianza y tristeza, en donde el amor se transforma en el oscuro barro en que nos hundimos por no haber sabido jamás mirarnos a la cara.

Que cobardes somos... sólo debíamos mirarnos a los ojos...