La falta de trabajo ocasiona graves heridas a los bolsillos, pero sobre todo ocasiona gravísimos problemas de organización. Son pocas las personas que saben que estar al pedo es de lo más estresante que hay.
Cuando una no tiene nada que hacer, tampoco tiene tiempo para nada. Es más, quizá no tiene nada que hacer porque no tiene tiempo, entonces no hace nada!
El ocio improductivo es extremadamente agotante. Hay que tener en cuenta que en estos casos una duerme muchísimo más de lo que necesita, y eso provoca un estado de boa constrictor en plena digestión, vulgarmente llamado también "paja total"
Para cuando una se saca la fiaca y logra levantarse de la cama, ya es la hora de almorzar y entonces debe proveerse el alimento, que se reduce a cereales con leche o pizza de la noche anterior. Ya para ese entonces son las tres y media de la tarde, momento en que llama una amiga con una estrepitosa invitación a pasar por su casa o acompañarla a comprar vaya uno a saber qué. Obviamente le explicamos que eso es imposible ya que para ir a su casa se tardan unos cuarenta minutos y antes una tiene que bañarse y secarse el pelo y decidir qué vestir. Además si vamos a salir a la calle entonces tendría que aprovechar y sacar las fotocopias que hace dos semanas necesito, o ir al pago fácil a pagar el gas que venció hace veinte días. Todo eso tomaría por lo menos dos horas. Más los cuarenta minutos...
"Sabés qué? No puedo che. No llego, tengo una bocha de cosas que hacer..."
Y así es que nos quedamos en casa en piyama hasta las nueve y media de la noche, hora en que hacemos un esfuerzo por calzarnos un jogging y vamos hasta el videoclub a buscar una peli para ver a la noche, y de pasadita nos llevamos un par de empanads del Rincón Jujeño.
Como verán, estar al pedo como lunar de negro es todo un trabajo.
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