viernes, 31 de julio de 2009

El efecto Murakami

Fui a verte pero cuando me abriste la puerta no estabas, vagaste por tu casa ofreciéndome algo de tomar y con cierto apuro te asomaste a la habitación y corroboraste que tu libro no se había movido de su lugar.

Te abracé y era como abrazar el aire. Te miré y era como ver la nada. No estabas.

Empecé a buscarte. Te busqué en el piano y no estabas, te busqué cerca de los discos y nada, te busqué al lado de la guitarra y tampoco estabas ahí. Hasta que entré a tu cuarto y ahí te vi, adentro de aquél libro. Sólo se veía una sombra, como en un espejo.

Pensé que al tocarte te ibas a romper como el cristal. Pensé que me ibas a dar frío.
Sin embargo cuando me acerqué estiraste un poco los dedos y me tocaste la mano como invitándome a sentarme a tu lado. Me senté y tu mano se estiró más y me tocó la cara.

Me recosté a tu lado, tu cuerpo era cálido y me invitaba a dormir en tu pecho. Me abrazaste acariciándome el pelo y me acurruqué a tu alrededor cerrando los ojos para encontrarme nuevamente en la puerta de tu casa.

Me abriste la puerta, me diste un beso suave y un abrazo cálido y me invitaste a pasar y a sentarme entre todos los invitados.

3 comentarios:

  1. Alguna vez pensé que Dostoievski sería irreemplazable en el merecido 'trono mayor' de mis escritores favoritos. Hasta que un día apareció Murakami.
    Primero fue After Dark, y pensé, casi ofendido; que vaya a pelear el trono al reino de alguna pendeja conflictuada. Pero después vino Kafka en la Orilla y ya no hubo vuelta atrás. Le siguió Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo, y ahí sí, nada fue lo mismo.

    By the way, pese a lo osado de la referencia titular, es muy digno lo tuyo.

    besos gorda!

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  2. Claramente.

    Y como te dije, invertí los títulos. No leí After Dark. El primero que leí fue Tokio Blues.

    No podría puntualizar las mejoras que le hiciste, pero se siente más compacto, y un poco más preciso.

    Salud.

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