martes, 27 de abril de 2010

La verdad del espejo

Y hablando de Peter Pan... y de crecer y de lo caro que nos cuesta con esto de la prueba y error... me veo, una vez mas, hasta el cuello de mi misma.

Qué insoportable es volverse insoportable. Qué terrible mirarse al espejo y que éste devuelva una imagen decepcionante y peor aún, qué duro reconocer que es absolutamente real. El problema es que rara vez sabemos ver en ese espejo crudo de verdades y más raro es saber qué hacer con ese panorama.

La novia de un amigo mío es absolutamente insoportable, dependiente, hincha pelotas, avasallante, absorbente, insegura e increíblemente insistente. Cuando se pelean, él se harta y la mete en el freezer una semana y ella se vuelve loca y lo llama quince mil veces, le manda trescientos mensajes por día, le pide perdón por cosas que ni siquiera hizo y ocasiona que él la quiera ahogar en el inodoro, despedazarla y diseminar sus restos a lo largo y ancho de la patagonia.

Cada vez que veo esa situación, le digo a mi amigo que su novia es una loca insoportable y que la mande a la mierda porque así no se puede vivir.

Hace un par de días, mi novio y yo peleamos por algo que claramente fue mi culpa y aunque no lo hice con mala intención, fue una estupidez de mi parte. Cuando él se enoja, despotrica y putea y pone cara de malo y le da una enorme tristeza y - reacción muy masculina - se aísla y cierra la puerta al mundo exterior (o mas bien, me mete a mi en el freezer, porque con el resto del mundo exterior sigue interactuando) Esto quiere decir que no me atiende el teléfono, no me contesta los mails, no me quiere ver y sobre todo, no quiere hablar del tema.

Yo, descolocada por la situación no pude entender que de un día para el otro, él cambie tanto su actitud hacia mi y me de la espalda por completo... esperé un día, esperé un día y medio... y no esperé mas... y lo llamé cincuenta mil veces, le mandé ochocientos mensajes de texto, le pedí perdón hasta por cosas que no hice e incluso me dí el lujo de sorprenderme de que él siguiera inamovible en su decisión de no darme ni un quinto de bola y de mandarme al reverendo carajo... Es como si con cada llamado, mensaje, mail u onda cerebral hacia él, el contador volviera a cero.

De pronto, el espejo...

Desconsolada, llamé a mi amigo y le conté la situación. Más que la pelea, mi tremenda angustia era haberme reconocido "absolutamente insoportable, dependiente, hincha pelotas, avasallante, absorbente, insegura e increíblemente insistente" igual que su novia. Le lloré dos horas mientras él me cagaba a pedos, diciéndome que mi novio tenía razón y que yo no tendría que haber hecho ninguna de esas cosas. Le di la razón pero le dije que lo que me preocupaba era haberme convertido en alguien que nunca fui.

Ahí se puso serio y me explicó que su novia era todas las cosas que yo decía, pero que también lo aguantaba en todas sus locuras, era cariñosa, talentosa, independiente, inteligente, compañera, siempre lo cuidaba y estaba pendiente de él y por sobre todas las cosas, lo amaba con todo su corazón y lo ayudaba a ser mejor persona. Era por eso que a pesar de todos sus defectos, él apostaba a ella y apostaba a ayudarla a crecer para que en algun momento se deje de pendejadas. Después de eso, me aconsejó que me quedara tranquila en el freezer, y que si seguía gritando y levantandole pancartas en su ventana él no iba a poder ver todas las cosas buenas que yo tengo. (también me dijo que son muchas, pero queda mal que lo diga yo)

Entonces?

Entonces entendí que muchas veces en el proceso de dejar de ser Peter Pan y darle lugar a alguien para tener una relación adulta, a veces derrapamos un poco y nos volvemos un poco niñas y hacemos pendejadas que poco tienen que ver con nuestra personalidad.

Los mecanismos de defensa son a veces muy traicioneros, y si no nos enfrentamos a ellos nos pueden lastimar aún más que la vida misma. Cuesta mucho mirarse al espejo, y más cuesta hacer que nos devuelva una imagen que nos guste. Esta vez miré y no me gustó nada.

Será que habrá que mirar para adentro.

1 comentario:

  1. Mirar para adentro.. y hacia arriba.
    El silencio tambien es una forma de comunicarnos.

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